26 ago 2014

Historia: Me ven.

Sentía asfixiarme. Intentaba e intentaba respirar y no podía, moví mis brazos frenéticamente tratando de que mis captores vieran mi expresión de terror.
Algo si sabía de este lugar: ellos podían verme. Yo no podía, desde que llegué aquí las luces están apagadas y se encienden cada poco. Pero aún en los pequeños y escasos momentos que la luz estaba encendida no había nada interesante en el cuarto en el que he vivido los últimos cuatro meses; solo una cama de lata en mal estado, con unas sabanas que no me han cambiado desde la semana pasada, un catre, un lavamanos y una pequeña ducha.
Por alguna razón los hombres que me capturaron quieren que esté limpia, lo único que me traen con frecuencia es pasta de dientes, shampoo y jabón, también un cepillo para el cabello y me piden que esté limpia todo el tiempo. Cosa que pienso no tiene sentido, pues tengo solamente dos cambios de ropa, y uno de ellos es un blusón para dormir.

Ellos nunca me han tocado. Al principio, cuando me secuestraron, pensaba que lo que querían era violarme, y cuando me trajeron aquí incluso pensaba que querían tenerme como juguete sexual, todas esas conclusiones fueron erradas, sin embargo. Puede sonar extraño pero luego de estar cuatro meses aquí, me doy cuenta que hubiese querido que me usaran de juguete sexual, pero nunca esto.

Todo empezó a los quince o veinte días de haber llegado, sinceramente no estoy muy consiente de los días, para mi siempre es de noche, pero ellos me indican con una pequeña luz roja cada que pasa un mes de estar aquí, así que puedo deducirlo. Ellos llegaron muy temprano, todos cubiertos de negro, me entregaron el shampoo,el jabón, la pasta de dientes, el cepillo y un frasco de alcohol; me dijeron que me bañase, que me arreglase y que me limpiara con alcohol todo el cuerpo, para desinfectarme. Yo obviamente lo hice lo más rápido posible y cuando a penas iba a llamarlos, ellos llegaron, sabiendo que ya había terminado de asearme, ahí descubrí que me observaban.
Ellos entraron con muchos aparatos que tenían distintas luces y sonidos, y por primera vez, encendieron la luz. Comencé a preguntarles cosas, como que querían, por qué me tenían allí y todo eso, ellos nunca contestaron, solo me dijeron que estuviera quieta, tomaron mi brazo y me sacaron sangre y la colocaron en diversos tubos de ensayo, me quitaron unas pocas hebras de cabello, con un hisopo recolectaron de mi saliva y se fueron.
Tuve miedo, no del tipo de miedo que tuve cuando me secuestraron, esto era peor.
A partir de allí comenzaron las torturas, me dejaban sin comida por días, también sin agua, luego volvían con comida y antes de dármela me hacían preguntas, que si tenía alucinaciones, que qué sentía al ver la comida y no poder comer... Yo sinceramente no tenía cabeza para responder todo eso pero por la comida haría lo que fuese. También me decían que “evaluaban” el poder que mis impulsos tenían en mi. Ponían un filete frente a mi cara y tuve que controlarme para no tomarlo y devorarlo a los 30 segundos. No sé que querían estos tipos, pero no iba a dárselos así tan fácil.
Ponían ácido en mi piel, me colgaban boca abajo durante días, rociaban en mi cuarto gas venenoso y me dejaban inhalarlo lo suficiente para que no me matase, pero si causaba estragos en mi mente, me dejaban sin dormir, ponían en mi comida ácidos que me causaban sarpullido y siempre, después de cada prueba me hacían exámenes y me preguntaban cosas.
Entonces entendí que no me habían secuestrado para violarme, o para pedir mucho dinero para el rescate. Me habían secuestrado para hacer pruebas en mi.
Es cierto, muchas veces me habían torturado y hecho cosas horribles, pero nunca, nunca como esto.
Sentía que me apretaban los pulmones y sacaban todo el aire de allí y más que eso podía sentir que mis fosas nasales no podían recolectar nada de aire, me sentía morir, era un dolor que no era de este mundo. Seguía moviendo mis brazos pero ahora me daba cuenta que ese esfuerzo no era suficiente, quería gritar, gritarles que algo pasaba, pero mi garganta estaba atascada. Pronto mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas pero me negaba a llorar, corrí por todo el diminuto cuarto sin luz, golpeando las paredes y las puertas, gritando, sollozando. ¿Cómo reaccionar si sabes que estás muriendo? ¿Si sabes que tus pulmones no podrán resistir mucho más? ¿Cómo reaccionar si sabes que estás condenada? Mis brazos y piernas flaquearon y me caí al piso, dejé que mis lágrimas rodaran, le dije adios a mis padres y a mis hermanos, podía sentir como mi cuerpo se iba relajando, ya mi mente distorsionaba las cosas, no podía ver muy bien, pero entre todo eso, me dí cuenta que la puerta se abría y las luces se encendían, cerré mis ojos porque la luz me afectaba pero miré hacía la puerta; los mismos hombres de siempre entraron corriendo, gritando y con muchos cables y aparatos con ellos, se acercaron a mi e intentaron conectarme a un respirador, pero ya no quería, no quería sobrevivir, no quería levantarme mañana y ver este mismo cuarto oscuro, no quería despertarme y ver que mis manos aún no se recuperaban de el maldito ácido que colocaron en mi.
Así que con las pocas fuerzas que me quedaban luché y luché por que no me tocaran, que me dejasen morir... Pero entonces escuché una voz que me hizo abrir los ojos y aunque no veía bien intentaba buscar, decía:
¡VAMOS; INCOMPETENTES! ¿Cómo la dejaron morir? ¡LES DIJE LA CANTIDAD EXACTA DE GAS QUE DEBÍAN DARLE PARA QUE NO MURIESE! - gritaba, histérica- Ya no queda nada, está muerta, extráele un poco de sangre para las pruebas, seguiremos con las demás. Es un lástima – me miró- fue una de las que más soportó todo esto, su sangre podría habernos llevado a lo que queríamos. Pero ahora está muerta. Entierrenla en la fosa común.
Sentí a mi cuerpo colapsar, ya no quedaba nada, no me quedaba nada. Relajé todo y me dejé ir, al menos ya no sufriría tanto, al menos, tal vez, sería feliz.
Pero antes de cerrar mis ojos para siempre, le dije a la mujer, con toda la tristeza del mundo...

-¿Mamá?







-Paola Beatriz Pérez Castellanos.

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